[Caracas, 29/06/25] – En un poderoso mensaje inspirado en el libro de Jueces, se presentó una enseñanza transformadora sobre cómo Dios, en Su soberanía, escoge a quienes quiere para cumplir sus propósitos, tal como lo hizo con Débora, Jael y Barac en la historia bíblica de la victoria sobre Císara.
El pastor enfatizó que la gracia de Dios no se basa en méritos humanos, estatus o experiencia, sino en Su perfecta voluntad. A través de la historia de Jael, una mujer común que fue clave en la derrota del enemigo, se evidenció cómo la obediencia y la fe son más importantes que el reconocimiento público.
«Dios no necesita nuestra lógica para actuar, solo necesita nuestra disposición», expresó el pastor durante su mensaje.
La figura de Jael se convierte en un símbolo de obediencia silenciosa y valiente. Sin protagonismo previo, ella actuó con decisión en el momento justo, demostrando que la obediencia a Dios puede surgir desde el anonimato y cambiar el curso de la historia.
El mensaje también llamó a la reflexión sobre cómo situaciones naturales, como la lluvia, pueden ser usadas por Dios para probar la fidelidad de Su pueblo. Se destacó que muchos prefirieron quedarse en casa antes que congregarse, lo que reveló una necesidad de compromiso más profundo.
El ciclo repetitivo del pueblo de Israel –desobediencia, sufrimiento, arrepentimiento y restauración– fue utilizado como ejemplo para ilustrar que muchas veces Dios permite dificultades para forjar carácter y llevarnos al arrepentimiento genuino. “Tus enemigos pueden ser la razón por la que oras más”, fue una de las frases destacadas del sermón.
El liderazgo de Débora y el valor de Jael resaltan que las mujeres tienen un papel crucial en la historia espiritual de un pueblo. El pastor recordó que el crecimiento y la preparación muchas veces ocurren en el silencio, en la rutina y en el anonimato. “Cada pequeño esfuerzo en la vida cotidiana forma parte de un entrenamiento divino”, afirmó.
El mensaje concluyó con un llamado a:
Reconocer la soberanía absoluta de Dios.
Ser obedientes aunque no entendamos el plan.
No subestimar a quienes Dios escoge usar.
Fortalecer la comunidad con fe, adoración y generosidad.
Finalmente, se animó a la congregación a mantenerse dispuesta, ya que Dios puede usar a cualquiera, en cualquier momento, para cumplir un propósito eterno.