Caracas, Venezuela – Octubre 2025.
Hoy quiero compartir una reflexión desde la Escuela Bíblica Dominical, dentro de la serie “Hechos para la montaña VIII”. Mi predicación, a cargo del pastor Josepher, se titula “¿Qué pasaría si el problema no eres tú?”.
En Marcos 11:12-24, exploré una idea que me ha hecho mirar de otra manera mis desafíos: quizá el problema no soy yo, sino aquello con lo que me he conectado. A veces, lo que llamamos depresión o malestar podría ser el resultado de las personas que me rodean y del círculo en el que me encuentro.
Me quedé pensando en Juan 15:5-7, un pasaje que me recuerda que si permanezco en Dios, daré frutos. Y esos frutos no son para mí solo; son para bendecir a otros. Entre las características que identifiqué, destacan dos:
Dios quiere que demos frutos abundantes y que no estemos inmersos en la miseria, sino que vivamos con propósito. En Juan 15:2, encuentro una promesa: Dios limpia para que yo pueda dar frutos. Esa labor de limpieza divina es la clave para que mi vida se exprese en acciones que contribuyan al bien común.
Si estás leyendo esto, quiero invitarte a revisar tus círculos de amistad y las conexiones que tienes. Pregúntate: ¿qué frutos estás produciendo y para quién? Porque cuando nos mantenemos conectados a Dios y a una comunidad que nos impulsa hacia el bien, los frutos se manifiestan de forma sencilla y poderosa.
Recuerda: no se trata de minimizar tus retos, sino de entender que Dios te equipa para la edificación de otros. Y cuando aceptamos su limpieza y dirección, empezamos a ver un camino distinto, lleno de propósito y crecimiento.
Si quieres saber más, compártelo en los comentarios y dime qué pasajes te han inspirado últimamente. Estoy trabajando en esta serie y me encantaría conocer tu experiencia.