En Isaías 26:3 y 1 Corintios 3:1-9 se aborda el peligro de la envidia y los celos, considerados un veneno que se infiltra en el corazón. Este veneno, aunque silencioso, puede afectar a cualquiera, incluso al diablo, quien sintió celos de Dios. Ejemplos históricos de celos incluyen a Caín, que envidiaba a Abel, y los fariseos, que crucificaron a Jesús por envidia.
Se diferencian dos tipos de celos: los «buenos» (proactivos) y los «malos» (destructivos). La envidia se define como un deseo resentido por lo que otros poseen, alimentado por descontento y amargura. A menudo, las personas no reconocen que sienten envidia.
Señales de celos y envidia:
Los celos y la envidia surgen de la comparación. Se nos anima a servir a Dios, enfocarnos en nuestra conexión con Él y disfrutar del camino, sin preocuparnos por el crecimiento de los demás.